sábado, 22 de mayo de 2010

El Mal.
Por. Camila Camacho


El mal es una de las palabras más usadas por todos los seres humanos. El mal, con múltiples intenciones al demostrar con su pronunciación, debe tener algún significado específico, ¿O totalmente subjetivo?

La mejor manera de responder esta pregunta sería viendo diferentes conceptos del mal, compararlos y así, saber si esta palabra es usada con un mismo significado en todos sus contextos. Pero de hecho, podría responderme fácilmente a esta pregunta con un “sí, es subjetivo”, ya que al leer el significado del mal en el diccionario de filosofía, noté que mi definición era totalmente diferente:

“Mal Moral: Mal físico (dolor, sufrimiento) y mal moral son dos conceptos que se han empleado como argumentos para cuestionar el atributo de la bondad divina. El mal moral es lo que se opone al bien y (es lo que se opone a) los valores morales como resultado de la libertad; se identifica con pecado”.
(Diccionario de Filosofía, Victor Florian. Bogotá, Panamericana Editorial 2002).

De acuerdo a este significado, el mal es dado meramente por una creencia religiosa. Yo no creo en ninguna religión en especial, por ende, ¿no creo en el mal? Al parecer, de hecho creo que no. No creo en este significado del mal.

Personalmente, creo que el mal es una palabra que se usa correctamente sólo en el contexto físico, de dolor anatómico: “estoy mal porque me duele la cabeza”, “Me siento mal, tengo nauseas”. Ese es el único y exclusivo contexto en el que es válido.
“Está mal decir groserías”. No, no está mal, está incorrecto. Incorrecto ya que es algo que no se debe hacer de acuerdo a un protocolo, pero no está mal porque todo ser humano tienes el derecho de decir las groserías que quiera, como quiera, sin ir al infierno o al purgatorio.

A lo que me refiero con esto, es que la palabra mal está siendo entendida como un comportamiento erróneo frente a un protocolo de comportamiento dentro de una sociedad culturizada. Desde mi punto de vista, este comportamiento no está mal, ya que cada persona puede actuar de la manera que quiera y eso no está mal.

El mal, entendido como lo presentó el diccionario, es condenado como pecado. ¿Es acaso eso una manera correcta de manejar los valores morales? Lo correcto e incorrecto no son solo las maneras inteligentes de entender los comportamientos humanos, sino así mismo, es la forma mas sencilla, ya que el bien y el mal han sido corrompidos, incorrectamente, por las distintas posiciones religiosas con sus dogmas y sus ideologías.

Tratando de no seguir involucrando la palabra mal con la palabra pecado, se buscaron otros significados para esta palabra. Denis Rosenfield se dedicó a analizar varias teorías sobre el significado del mal, basándose en la libertad del hombre y la interpretación histórica como la verdadera causa del mal en el contexto humano.

Empezó con Kant, quien planteó que el ser humano es un ser moralmente neutral, es decir que el mal, al ser algo moral, no hace parte propia naturalmente del ser humano sino que debió surgir de algo extra: la libertad e inteligencia del hombre. “La libertad como la capacidad del hombre de poner desde sí mismo sus reglas: de darse a sí mismo la ley racional”.

Kant plantea que hay dos formas de mal: el mal radical, aquel que es generado con violencia y se percibe como “un triste abismo sin retorno”, y el de la libertad negativa. Esta segunda hipótesis, es la que se muestra como la concluyente definición del mal según Kant: el mal es cuando la libertad se suprime a sí misma. El mal es cuando un ser humano, desde sus principios racionales propios, decide hacer algo incorrecto sabiendo que eso no se debe hacer.

Otro filósofo que trata Rosenfield es a Shelling, quien plantea que el mal sí es algo natural del hombre, ya que el hombre tiene la capacidad de molestar, irritar, deformar, las cosas que lo rodean. Shelling también creía que el mal estaba totalmente ligado a la libertad, ya que entiende la capacidad del humano para escoger entre el bien y el mal. “El mal humano es una especie de actuación o una provocación de la irracionalidad ya dada en la naturaleza. (…) No es simple privación o negación de la armonía, es Disarmonía positiva”, dice Shelling.

Shelling confirma mi teoría sobre que el mal no es algo generalmente incorrecto, ya que puede ser una Disarmonía Positiva al ser parte de la libertad; puede ser una libertad negativa (una libertad siempre va a ser buena, más no correcta). En conclusión, podemos decir que la maldad no es como vulgarmente se nombraría mala, o como nosotros ahora entendemos, incorrecta. El mal no necesariamente tiene que ser incorrecto, el mal puede ser bueno ya que hace parte de una libertad de decisión, algo totalmente bueno para el ser humano.

Por otro lado, Rosenfield también investigó sobre Hegel, quien no cree en la mala voluntad como una existencia independiente sino como algo también generado por la libertad propia del ser humano. “La furia de la deshumanización implica una condición negativa que está dada en la naturaleza libre del hombre consigo mismo”.

La conclusión de Rosenfield después de leer sobre estos filósofos, demuestra que mis hipótesis son ciertas. Por un lado, es totalmente evidente que el entendimiento del mal es totalmente subjetivo y cada persona lo va a entender a su antojo. La segunda, es que el mal, aparte de ser algo entendido por los religiosos como el pecado que será castigado al no cumplir el protocolo de la forma de comportamiento implantada, es algo que no se entiende independientemente como mal.

El mal, entendió como mal, es algo totalmente ligado a los religiosos. Pero se puede entender también como lo entienden los filósofos racionales -quienes creen a toda costa en la libertad-, como una forma de libertad expresada a su antojo.

A mi manera de ver, mi libertad es expresada a mí antojo, pero no usando las palabras mal o bien ya que esas palabras han sido tristemente dogmatizadas. Ahora reemplazaré las palabras bien y mal, por su mal uso, a usar las palabras “correcto” e “incorrecto”, ya que el mal puede ser positivo y por ende, no puede ser malo, solo incorrecto. Un mal positivo, correcto o incorrecto.

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